“Buena Vibra” / Xtrail Puchuncaví 50km (español)

 

Aprendí una frase nueva en Español recién: Tiene buena vibra.” 

Pero como todos los aprendizajes, son muy difícil entenderlos si no les vives en un contexto real. Este sábado pasado, a las 11:08am, en las últimas zancadas antes de la meta en el pueblo costal de Punchuncavi, entendí perfecto lo que la frase significa…

Sin embargo, 5 horas antes, era otra cosa. 

Un noche obscura 

Credito Tito Martinez

Crédito Tito Martinez

Estaba corriendo al lado el mar, con el ruido de las olas nocturnas amenazando las rocas abajo. Habia una neblina fresca que agarraba mi barba y me recordaba de mi lindo pais y su clima húmedo y paisajes lozanos. Era la hora de correr sin pensar, accumular kms antes del amancer y cultivar buenas sensaciones para más tarde en la carrera. Pero no pude. Me sentí lejos de mi hogar y las cosas familiares. Con solamente 8km corridos, estos sentimientos nostálgicos no eran útiles. Languidecía en 7mo u 8vo lugar, trotando con pocas ganas y autcompasión.  

“Que pavo,” pensaba “ser ultramaratonista, y dejar novias, camas calentitas y mañanas pausadas con buen café, conversación y libros.”  

Credito Cindy Meneses

Crédito Cindy Meneses

Lentamente, el sol rodaba a través de la pampa Argentina y, llegando a su cordillera, empezó a disparar chispas de luz que alumbraron el cielo Chileno. Junto con la luz, otras sensaciones despertaron también. Los olores a tierra mojada se mezclaban con la lavanda que rozé al pasar. Los perdices en los arbustos de espino empezaron a cantar. La tierra ondulada que recorría en la noche, empezaba poco a poco a empinarse.

Dejé las ultimas malas vibras en la estación de abastecimiento en el KM20. Eramos un grupo de 4 corredores que llegaron al mismo tiempo, y bajoneamos con un hambre solo conocido por gente que ha pasado una noche en lugares recónditos. Me puse a reír de las tallas de uno de los organizadores Cristian Perez Cruz – direcionado al gringo raro – y salí con ganas de alcanzar a la mayor cantidad de Chilenos posible.

Un cambio de humor

Lore Moraga (1)

Crédito Lore Moraga

Lore Moraga

Crédito Lore Moraga

Subir montañas no debería ser la especialidad de un inglés que se encuentra viviendo en Santiago a mas altura que la montaña más grande de su país. Pero las novedades tienen su encanto, y he pasado muchas horas en la pre cordillera de los Andes corriendo estos últimos meses. El cambio de ritmo y respiración cuando el terreno se inclinó, me tranquilizó. Entré a mi espacio meditativo y empezé a sonreír. Así llegué al meollo del asunto, las subidas montañosas entre los km 20-35. 

Lo poco veces cuando he tenido “el flujo”, no recuerdo mucho después. Solamente imágenes. Momentos. Estaba Harold Ponce y su cara de estoicismo y concentración subiendo desde La Quebrada. Un campesino mirando televisión con su puerta abierta, a quien saludé en los alrededores de La Canela. Y mas arriba, las cumbres flotantes, perforando las nubes.

Lore Moraga puchnuncavi 50k

Crédito Lore Moraga

Pasé a Luis Vallé en el km 32. Miré hacia atrás para ver a otro ser humano en este panorama de fantasia, para estar seguro que no estaba imaginado todo. Era solo yo, y algunos corredores más quienes iban a ver este vista hoy, mientras todos los otros habitantes de este lado de los Andes tomaban cafe y leían libros bajo nubes grises… Me seguí riendo, dándome cuenta de mi buena suerte y mis sentimientos caprichosos.

La vibra

Martín, el hermano de Cristián, estaba al otro lado de la montaña en el km35. Me dijo que estaba en tercer lugar y que Enzo Ferrari había pasado 25 minutos atrás. La bajada era técnica y me concentré en escapar de Luis.  Las nubes me comieron, y me recordaban a mi país de nuevo; pero esta vez con buenas sensaciones. A menudo, grité y gruñí con toda la fuerza de mis pulmones como si fuera un animal. Me sentía bien haciendo algo tan simple por tantas horas. Corrí algunos pasos con los corredores de las distancias mas cortas, motivándonos entre nosotros mismos y haciéndolos reír con mis gritos de felicidad.

Cristian Valencia Pizarro en su tierra

Cristian Valencia Pizarro en su tierra

podiumAcercándome al pueblo de Puchuncavi de nuevo, bajé hasta un camino asfaltado y pensé seguirlo hasta la meta. Pero el organisador Crisitian Valencia, a quien yo tuve la suerte de conocer poco a poco este año, no hace cosas a medias. Su ruta nos metió de nuevo por un rio seco, un prado olvidado, un bosque poco conocido. En verdad, los últimos kms capturaran el espíritu de esta creación suya: siempre buscando una linea pura que guió sus aventureros por caminos poco transitados que les permitieron salir de sus vidas diarias. En la meta yo lo abrazé. Ojalá no haya tenido demasiada vergüenza y disgusto al abrazar a un gringo tan sudado y fresco. Pero su carrera me tocó. Me hizo vibrar. Y era la única manera que sabía agradecerle. 

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Gracias Sofia por la paciencia enorme de corregir este relato

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